|
|
LA SALVACIÓN
|
|
|
“Conforme
al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos
SEGURIDAD Y ACCESO con confianza por medio de la fe en El.”
Efesios
3:11-12.
|
|
E
|
s importante que el
nuevo creyente tenga la seguridad de su salvación, ya que la experiencia de las
personas al momento de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador es distinta
en cada caso. Algunas personas experimentan un deseo de llorar, otras una paz
profunda, gozo inexplicable y otras manifestaciones; pero hay quienes no
sienten nada, ¿quiere decir eso acaso que no son aún salvas, o que no trajo
ningún beneficio el acto mismo de recibir a Cristo?, de ninguna manera, la obra
redentora de Cristo no depende de los sentimientos (del alma), ni de las
manifestaciones físicas, sino de las fieles promesas de Jesucristo.
|
L
|
A
SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN: Al hablar de seguridad de la salvación se está haciendo referencia al
hecho de que el nuevo creyente, al momento de invitar a Jesucristo a entrar a
su corazón y aceptarle como Señor y Salvador personal, debe tener la certeza de
que, efectivamente Cristo está en su corazón. ¿En qué se basa esta seguridad?
Se pueden establecer dos aspectos:
a. LA SEGURIDAD NO DEPENDE
DEL CREYENTE. ¿Por qué se dice esto?
i.
No depende de lo que somos. En la Biblia se dice que las naciones
(hombres), son menos que nada delante del Señor (Is. 40:17), y que el hombre es
como el polvo (Sal. 103:14), y en el Nuevo Testamento se llama al hombre
pecador (Ro. 3:23), por lo tanto si la salvación dependiera de lo que somos, ninguno
sería salvo, pues todos somos pecadores y merecíamos condenación eterna.
ii.
No depende de lo que tenemos. Dios es el dueño de todas las cosas, de Él es
la tierra y todo lo que en ella existe (Sal. 24:1), por lo tanto, el hombre
nada tiene para comprar su salvación, por eso Jesús les dijo a sus discípulos
que ¿Qué
provecho obtendría un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? ó
¿Qué podría dar el hombre a cambio de la salvación de su alma?, Nada (Mt. 16:26).
iii.
No depende de lo que sentimos. Los sentimientos del ser humano son muy
variables, por naturaleza es voluble ante las circunstancias, por lo tanto
tiende a ser engañoso. En Jeremías 17:9 se dice que “más engañoso que todo,
es el corazón” (sentimientos), y
sin remedio; ¿quién lo comprenderá? El ser
humano muchas veces ni él mismo se comprende, por eso una salvación tan
grande no depende de un sentimiento.
b. LA SEGURIDAD DEPENDE DE
DIOS. ¿Por qué?
i.
Su hijo Jesucristo hizo la obra perfecta de redención (salvación). La obra perfecta que
hizo Jesús a favor del hombre fue ofrecerse a sí mismo como sacrificio por
el pecado de la humanidad, por eso Juan El Bautista declaró que “Jesús era el
Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo” (Jn. 1:29). Dicho sacrificio
es único y para siempre, de tal manera que ya no hay necesidad de ofrecer otro
por la salvación. Es maravilloso saber que si el pecado nos alcanza, podemos
utilizar la sangre de Jesucristo, que todavía está fresca, para llegar ante
Dios y pedirle que nos limpie de todo pecado con la sangre bendita de su hijo
(1 Jn. 2:1-2).
ii.
Dios por naturaleza es fiel. El hombre es infiel, más Dios siempre
permanece fiel (2 Ti. 2:13). Es un alivio saber que Dios nunca cambia y a todo
el que cree en El le prometió vida eterna (Jn. 3:36), es más, el Señor juró
(He. 7:21) , que esta promesa se cumpliría y la selló con un pacto, un mejor
pacto, el pacto de la sangre de su Hijo, quien es poderoso para salvar para
siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios (He. 7:25). Además, El
aseguró que nadie podría arrebatar de su mano a un creyente en Él (Jn. 10:29).
iii.
El sello del Espíritu Santo. Dios ha dado al creyente una garantía
anticipada de la salvación eterna, alguien que provee de seguridad de esta
promesa, que es El Espíritu Santo (Ef. 1:13-14). Así, quien no tiene el
Espíritu Santo no es salvo (Ro. 8:9). El Espíritu Santo también perfeccionará
al creyente, hasta el día de Jesucristo y lo presentará irreprensible (Jud 24).
c.
LOS BENEFICIOS DE LA SALVACIÓN: Cuando se habla de los beneficios de la
salvación, se habla de lo que Dios pone ante el nuevo creyente para que lo tome
por la fe. A continuación se enumeran algunos de éstos beneficios:
“Conforme al
propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos
SEGURIDAD Y ACCESO con confianza por
medio de la fe en El.” Efesios 3:11-12.
i.
Paternidad, Jn. 1:11-12: La Biblia es clara cuando indica que solamente se
puede ser hijo del Padre, recibiendo y creyendo en su Hijo Jesucristo. Dios
adopta al creyente por el Espíritu Santo y nunca se olvidará de él (Is. 49:15).
Así como un hijo puede desobedecer a su padre, un hijo de Dios también puede
desobedecerlo, es decir, puede cometer pecado, por lo tanto Dios lo
disciplinará (He. 12:6-8), con amor, para perfeccionarlo.
ii.
Vida eterna, Jn. 3:16: El propósito de Dios es que toda persona
experimente la vida eterna que Él otorga, pero que a causa del pecado, ésta se
ve interrumpida, por lo que ahora todo el que cree en Jesucristo puede
experimentar la vida eterna y abundante que Cristo ofrece (Jn. 10:10).
iii.
Perdón de pecados, Col. 2:13: La Biblia enseña que por un hombre entró la
muerte por el pecado, pero que también por un hombre entró el perdón, es decir,
Jesucristo; por lo que al reconocer su sacrificio expiatorio, su Sangre borra
todos los pecados, no importando el tamaño o gravedad de los mismos.
iv.
Una nueva creación, 2 Co. 5:17: Al momento de conocer al Hijo de Dios, se
inicia un proceso deregeneración, el cual destaca el inicio de un nuevo estado
de cosas en contraste con el viejo (Diccionario VINE). Es un proceso ascendente
en el que se afirma que “las cosas viejas van pasando y todas vienen a ser
hechas nuevas”. En este proceso se avanza en la medida en que el nuevo creyente
va entregando todas las áreas de su vida.
v.
Ciudadano del reino de los cielos, Fil. 3:20; 1 P. 2:9: El conocer a Jesucristo
permite salir de la ciudad de pecado (Egipto), y obtener una nueva ciudadanía,
Cristo afirma que ha ido a preparar lugar, “para que donde Yo
estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:3), no un día, sino eternamente y para
siempre.
vi.
Es integrado al cuerpo de Cristo. El nuevo creyente es hecho miembro del Cuerpo
de Cristo (1 Co. 12:12), que es la
Iglesia, ya no está solo, tiene identidad, ahora los miembros de la iglesia son
sus hermanos, su familia, por lo tanto, tampoco puede dirigirse solo, sino que
tendrá que aprender a sujetarse a los miembros del cuerpo (1 Co. 12:14-20).
vii.
Se le entregan regalos. El Espíritu Santo regala dones, que son más que
regalos, habilidades que Dios da a los creyentes para la edificación de su
Iglesia (1 Co. 14:12). Estos dones permiten al nuevo creyente crecer y
desarrollarse hacia la madurez, dándole la oportunidad de servir dentro de la
Iglesia.
|
C
|
risto afirmó en Juan
17:12 que ninguno de los que le dieron por hijos, se le perdió, por lo tanto,
la seguridad de la salvación, no depende de nosotros, sino de la fidelidad de
Dios a sus promesas y pactos, por medio del sacrificio de Jesús en la cruz y
del perfeccionamiento que el Espíritu Santo hace en cada creyente.

0 comentarios:
Publicar un comentario